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viernes, 23 de noviembre de 2012

Capítulo 19


Julia camina sola hacia su casa. Ha sido una buena tarde junto a sus amigos. Es justo lo que  necesitaba para olvidarse del imbécil de Marcos. Pero ahora, que está sola, que no hay nadie por la calle, vuelven a su cabeza las palabras de ese chico. Realmente, ha estado muy borde con ella. Simplemente ha dado su opinión sobre los graffitis, no sé, es algo que nunca le ha gustado. Le parece otro acto de vandalismo más. Tal vez no debería haberlo dicho con esas palabras, pero no es para que le conteste de esa forma. Bueno, lo mejor será desconectar y dejar el tema por un tiempo. Continúa caminando hasta que llega a su portal y abre la puerta con las llaves. Entra dentro del portal pero, casi instintivamente, vuelve a salir y contempla la pared. Allí, en el portal de su casa, en grandes letras negras, está la firma de su compañero, acompañado de un enorme “death”. Definitivamente, ese chico tiene algún tipo de problema mental. No se le ocurre otra cosa que ir a su portal y amenazarla con un mísero graffiti. Pues esto no va a quedar así. Entra en una tienda próxima a su casa y compra un spray del mismo color que el graffiti. Lo abre y tacha sin piedad la firma de Marcos. Nada más cerrar el bote, se arrepiente de lo que acaba de hacer. Ha actuado por instinto, sin pensar, y la que se va a armar es bien gorda. Pero así aprenderá a no meterse con gente como ella, que podrá parecer muy buena, pero cuando se enfada, se enfada de verdad. Lo primero es que él no tiene derecho a pintar su portal, y lo segundo, que se lo tiene merecido por imbécil. Guarda el spray en el bolso por si lo pudiese necesitar en algún momento y sube por las escaleras lo más deprisa que puede a su casa. Entra por la puerta, saluda a sus padres y se encierra en su habitación. Se quita la ropa y se pone el pijama. Se tumba en la cama y mira al techo durante un largo rato. Deja la mente en blanco y se concentra en la enorme pared blanca, es la única forma que tiene de desconectar del mundo.
Mientras tanto, unos metros más abajo.
-¡Qué hija de puta! Me ha tachado la firma.
-Venga tío, ni siquiera sabemos si ha sido ella. No tenemos pruebas.- intenta tranquilizarle Sergio.
-¿Que no tenemos pruebas? Lo hemos pintado hace cinco minutos y solo ha pasado ella por el portal. ¿Quieres más pruebas?- responde Marcos a la defensiva
-Bueno vale, ha sido ella. Pero un poco de razón sí que tiene. Hemos venido y le hemos pintado en la puerta de su casa sin mucha razón.
-Tío, pero de qué coño vas. A ti lo que te pasa es que la piva te gusta, y ya está. No intentes negarlo, porque los dos sabemos que es verdad.
-Mira, déjame. Tú no me entiendes. Yo me voy. Si tú quieres seguir con esta tontería, ahí tienes el spray.
Y, tras decir eso, se va lo más deprisa que puede hacia su casa. Marcos, que se ha quedado solo, no sabe qué hacer. Tenía pensado hacer otra pintada, pero tal vez sea demasiado inmaduro. Lo mejor será esperar a mañana y hablar con ella en el instituto. Sí, eso es lo mejor. El chico recoge sus cosas y comienza a caminar por las oscuras calles de la ciudad.
Julia, que lo ha visto todo desde la ventana de su habitación, le contempla sin ninguna expresión facial. No sabe qué ha pasado. Al principio estaban los dos chicos hablando, pero luego… Sergio se ha alterado y le ha dicho algo a Marcos, ha recogido sus cosas y se ha marchado con paso decidido. Después, el chico se ha quedado pensativo un rato y, finalmente, ha hecho lo mismo que su amigo. ¿Y si habla con Sergio? No, quedaría como una cotilla. Pero, de todas formas, le apetece hablar con él y aclarar las cosas. Coge su móvil y se mete en su Tuenti. Abre el chat y… ni rastro de Sergio. Se mete en Whatsapp y comprueba que su última conexión ha sido hace dos horas. Genial, ahora ni siquiera puede hablar con él. Bueno, le enviará un mensaje para que responda cuando lo vea:
“¡Hola! Gracias por preocuparte por mí esta mañana. No tendrías por qué haberlo hecho. Me ha gustado el abrazo. Hacía tiempo que no te comportabas así conmigo”
Lo revisa un par de veces y finalmente pulsa el botón de “enviar”. Solo el destino decidirá la respuesta. 

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