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martes, 13 de noviembre de 2012

Capítulo 14


Diez minutos más tarde, Manu por fin se ha tranquilizado. Cuando se abrazaron, el chico rompió a llorar, pero Lidia consiguió animarle con sus palabras de consuelo. Todavía no han hablado del motivo por el que está así de triste, pero no importa. Lo importante es animarle y que deje atrás esas lágrimas. Ambos están sentados en el sofá del salón. La casa está vacía, de modo que no hay nadie que pueda molestarlos. Manu levanta la cabeza, Lidia lo mira. Sus miradas coinciden, el tiempo se para por un momento y ambos muestran una bonita sonrisa. Manu aparta la mirada. No sabe muy bien qué acaba de pasar. Lidia es su mejor amiga. Por un momento se ha sentido atraído por ella pero… ¿qué está diciendo? Es como una hermana para él, la situación se le está yendo de las manos. La chica continúa mirándole. Él, por fin, se dispone a hablar:
-Bueno, lo primero es lo primero. Muchas gracias por venir a verme, eres una amiga de verdad, no sé qué haría sin ti.
-Tranquilo, somos como hermanos. Tú habrías hecho lo mismo por mí, ¿no? Pues ya está, no me gusta verte mal.
-Jo, me encantas, en serio. A ver, como te lo explico. En el fondo es una tontería, pero es que ya son muchas tonterías juntas. Me he callado durante mucho tiempo, pero al final he explotado. Hoy, después de despedirme de vosotras, me he encontrado por el camino con Sergio y con Marcos. Estaban con los sprays en la mano, así que he supuesto que iban a pintar a algún sitio. Me han visto, Marcos me ha señalado y le ha dicho algo a Sergio. Ambos se han reído, pero yo he seguido mi camino, porque no quería problemas. De repente, he notado que algo me golpeaba la espalda. Me he girado y he descubierto una pequeña piedra a mi lado, le he dado una patada y he seguido andando. No quería seguirle el juego a esos dos payasos. Ellos no se esperaban esa reacción, de modo que me han tirado otra piedrecita. Como seguía sin hacerles caso, han venido corriendo hasta mí y me han agarrado entre los dos. Me han insultado y me han dicho que sin vosotras no era tan machote, que vosotras me protegíais, que no era lo bastante hombre para defenderme solo. Me han quitado la mochila y me han tirado al suelo entre los dos, me han dado patadas por todo el cuerpo, exceptuando la cara, y han seguido insultándome. Al cabo de un rato, se han cansado y se han ido corriendo. Me dolía todo el cuerpo, no sentía las piernas y no podía levantarme. He estado un rato tumbado en el suelo, hasta que he conseguido reunir las fuerzas suficientes para tenerme en pie. He recogido mis cosas y he venido a casa lo más rápido posible. No he comido. Me he encerrado en mi cuarto, me he puesto los cascos al volumen máximo y he estado llorando un buen rato. No he querido decirle nada a nadie, y mucho menos a Julia, porque está muy pillada por Sergio. Pero necesitaba hablar con alguien, tú eres mi mejor amiga y tenía que contártelo.
Lidia se siente fatal, tiene unas ganas inmensas de llorar. No puede creer cómo ha cambiado Sergio para hacerle algo así a Manu, hace unos años sería algo impensable. Su amigo es muy fuerte. Ha sido una lucha a dos contra uno, y a pesar de ello, no ha entrado al trapo. Saca fuerzas de donde no las hay y comienza a hablar:
-Manu, lo que me acabas de contar es horrible. Vivimos en una sociedad de hipócritas y superficiales. Ahora el interior ya no importa, el orgullo está por encima de todo. Y nos creemos muy machotes por meternos con los demás, pero eso no nos va a hacer mejores. Todo lo contrario, deberíamos sentir asco de nosotros mismos. Llegar a arruinar la vida de una persona solo por diversión, todos esos que se dedican a insultar a los demás y sacar sus defectos a la luz del sol, no se han mirado al espejo. Aquí nadie es perfecto, y deberíamos saberlo ya. La gente no evoluciona con el tiempo, antes el respeto existía pero ahora, ahora eso ya no existe. El caso es creerse superior a los demás sin importar el daño que podemos causar. Tú eres nuestro mejor amigo y quien piense que te protegemos no tiene ni idea de la vida. Somos amigos, vamos siempre juntos y nos lo pasamos bien. Esto es una verdadera amistad, de las pocas que quedan. Porque ya no te puedes fiar ni de tu propia sombra. Manu, no estés mal por eso, por favor. Porque tú vales mucho más que toda esa mierda.
Y, tras decir todo esto, una lágrima recorre la cara de Lidia. No puede evitar llorar al pensar lo cruel que puede llegar a ser la gente. Es algo que nunca entenderá. Manu se acerca a ella, sus palabras le han llegado al corazón y no quiere verla llorar. La rodea con sus brazos y le da un beso en la mejilla. Permanecen unidos un buen rato. Finalmente, le da un beso en la frente y le dice al oído:
-No estés triste, princesa.

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