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viernes, 28 de septiembre de 2012

Capítulo 6



Una última foto. Ajustamos el brillo. Aumentamos la temperatura de color. Perfilamos la silueta. Oscurecemos las esquinas. ¡Y listo! Ya puede empezar a subir las fotos. Mira el reloj, se le ha hecho un poco tarde. Está cansada y ya casi son las doce. Lo mejor será dejarlo para otro día. Mañana hay instituto y tiene que descansar. Guarda las fotos y apaga el ordenador sin ni siquiera revisar su Tuenti. Es hora de irse a la cama. No está acostumbrada a madrugar, así que mañana le costará abrir los ojos. Un vaso de leche y a dormir.
13 de septiembre. Lunes. Nueve de la mañana.
Lately I got this feeling
I don’t know what’s the meaning
But I know it’s strong
And it’s over you
All I want is to be home with you”
La letra de “Wish u were here” rebota en su cabeza. Hora de levantarse. Hoy es la presentación. Prohibido llegar tarde. Julia abre los ojos poco a poco, ¡qué sueño! Coge el móvil. Las nueve y dos. Apaga el despertador y la música desaparece. Se frota los ojos. Definitivamente, no está acostumbrada a madrugar. Sale de la cama como puede y se calza. Recorre el pasillo y entra en la cocina. Allí la espera su madre.
-Buenos días.
-Buenos días cariño. ¿Nerviosa por tu primer día de instituto?
-Tengo demasiado sueño como para pensar en los nervios.
-Eso es porque te has pasado todo el verano vagueando, remolona.
Julia sonríe, sabe que su madre tiene razón. Un vaso de leche y un par de galletas Príncipe sobre la mesa. ¡Qué rico está todo! Recoge la mesa y regresa a su habitación. Abre el armario. Un año más de uniforme. Polo blanco, falda de cuadros, jersey verde y medias del mismo color. Mira por la ventana. Las calles de la ciudad permanecen desiertas, sin un rayo de sol que las ilumine. El verano se ha esfumado. Aún recuerda el último día de clase.
Era miércoles. Por aquel entonces, las clases terminaban a la una. La profesora continuaba repartiendo los boletines de calificaciones. “Martínez, Julia”. Era su turno. Sus compañeros la miraban con envidia. Todos sabían que aquel sobre contenía las mejores notas de la clase. Fingió no darse cuenta. Dos besos a la profe y regresa a su pupitre. Diez minutos y todo habrá acabado. Cinco. Pronto volverá a vestir de calle. Cuatro. El calor ya no será un inconveniente. Tres. Solo hay un problema. Dos. Sergio. Uno. Seguramente, no le verá en todo el verano. Cero. El timbre suena y los alumnos salen rápidamente del aula. Julia no se queda atrás. Necesita despedirse de él. Baja el primer tramo de escalones, y entonces le ve. Está a punto de salir por la puerta. “¡¡Seergiooo!!” El chico se da la vuelta sobresaltado. Sonríe, y espera a su amiga. Después de eso, todo fueron palabras de despedida y promesas que jamás cumplirían. Julia no puede evitar sonreír al recordar al Sergio de siempre. Ha cambiado mucho este verano, ya no es el mismo chico del que se enamoró hace unos años…
Son las nueve y media. Joder, la presentación es a las diez. No sabe cómo lo hace, pero siempre llega tarde a todos sitios. Hoy tiene que ser diferente, no puede quedar mal el primer día. Una vez vestida, entra en el baño. Un vistazo en el espejo. Apenas puede abrir los ojos. Está demasiado cansada. Va a resultar imposible ponerse las lentillas. Al tercer intento, lo consigue. Ya son menos veinte. Se cepilla el pelo y se echa un poco de colonia. No va tan mona como de costumbre, pero lo ha hecho en tiempo récord. Se despide de su madre, coge la mochila y sale por la puerta a las diez menos diez. Está deseando ver a sus compañeros de clase. A menos cinco, llega a su destino. En seguida, divisa a sus dos mejores amigos y camina hacia ellos. Están rodeados de la gente de clase. Qué cambiado está todo el mundo, ¿no? La mayoría  han crecido. Apenas les reconoce. Los cinco minutos se pasan volando, ¡hay tantas cosas por contar! El timbre suena y todos los alumnos de secundaria entran en el salón de actos.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Capítulo 5



¿Por qué no le responde? Hace más de diez minutos que le mandó el mensaje. Sergio empieza a preocuparse, parece que Julia se ha enfadado de verdad. ¿Qué hace? ¿Le dice algo o espera un poco más? Un pitido que indica que alguien le ha hablado, le saca de sus pensamientos. Abre la ventanita del Tuenti ilusionado, pero… Falsa alarma, solo es Marcos.
-Ey, tío. Qué tal? Está la piva esa conectada?
Joder, ahora resulta que a su amigo le interesa Julia. En qué momento se le ocurrió hablar de ella. Responde como si no le afectase su pregunta:
-Que pasa Marcos. Muy bien, y tú? Dices Julia?
-Yo bien también. Pues claro que digo Julia, quién va a ser sino?
-Pues sí que está conectada, pero no responde, por?
-La he mandado una petición de amistad y no me acepta. Te dije que si no ibas tú a por ella, me lanzaba yo.
-Pues mucha suerte, chaval. Pero si no te acepta creo que no vas por buen camino.
Ambos bromean durante un rato hasta que finalmente Marcos se despide. Julia sigue sin responder. Ya han pasado cuarenta minutos. Es hora de mandarle otro mensaje. Sergio no sabe muy bien cómo empezar, pero las palabras salen solas:
“Julia, no sé si no me respondes porque no estás o porque realmente te has enfadado. Te pido perdón si he hecho o dicho algo que te haya molestado, no era mi intención, en serio. A lo mejor he sido un poco borde, pero no me lo tengas en cuenta. Hoy ha sido un día duro para mí. Por favor, responde.”
Un par de caritas sonrientes y mensaje enviado. Sergio está nervioso. Aquella chica de ojos oscuros realmente le importa. No sale de su cabeza. Marcos es el culpable, ha conseguido comerle el coco.
Una imagen pasa por su cabeza. Año 2002. Primer día de preescolar. Sergio llega al colegio de la mano de su madre. No llora, no ríe, está algo asustado. Realmente no sabe a dónde va. Caminan hasta un patio verde lleno de niños. Allí, su madre le da un beso en la mejilla y se despide de él. Una mujer rubia de unos cuarenta años, le coge de la mano y le sitúa en la fila para subir a clase. Sergio observa cómo los niños van llegando. De repente, una niña morena le llama la atención. Está llorando. Su madre le dice algo al oído y le da un cariñoso abrazo. La niña, un poco más calmada, se coloca detrás de él. Sergio se da la vuelta para poder verla de cerca. Lleva el pelo recogido en una coleta con una goma de Hello Kitty, y debajo de todas esas lágrimas, pueden divisarse unos preciosos ojos marrones.
-Hola, soy Sergio.
La niña lo mira sorprendida. Aquel chico luce una preciosa sonrisa. ¿Es que no echa de menos a sus padres? Finalmente, responde:
-Hola, yo me llamo Julia.
-¿Y por qué lloras?
-Echo de menos a mi mamá. No quiero separarme de ella.
-¿Quieres ser mi amiga? Así no estarás sola.
-Vale.- dice la niña mostrando su primera sonrisa desde que entró por la puerta.
-Yo cuidaré de ti como hace tu mamá.
Los dos niños sonríen y se dan la mano. Es hora de subir a clase.
Hay que ver cómo han cambiado las cosas. Entonces eran inseparables, pero sus caminos se fueron separando poco a poco. Él se convirtió en el líder del grupo de chicos que jugaba al fútbol; y ella se volcó en los estudios, era toda una cerebrito, pero los fines de semana se transformaba, salía a la calle con sus amigas y era una persona completamente distinta. Ahora, hablan mucho, pero ya nada es como antes.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Capítulo 4



Después de desmaquillarse, ducharse, ponerse el pijama, cenar y lavarse los dientes, Julia por fin enciende el ordenador. Todavía está dolida por lo que ha pasado con Sergio, pero no quiere darle importancia. Busca en una de sus carpetas un poco de música. Sí, le apetece escuchar “Not Just You” de Cody Simpson. Nada mejor para relajarte que la última canción de tu ídolo. Julia adora a Cody, le descubrió gracias a una revista, cuando realizó su dueto con el rapero de Florida. Por aquel entonces, apenas era un niño, pero su carita de ángel y sus ojos verdes azulados la enamoraron. Ha cambiado bastante desde entonces, ahora tiene un cuerpazo impresionante, y apenas tiene quince años. Pero a pesar de su transformación física, sigue siendo ese pequeño australiano que poco a poco se convirtió en su ídolo.
Julia entra en Tuenti y revisa las notificaciones. Nuevas fotos etiquetadas y una petición de amistad. Las fotos son de hace poco, el viernes pasado cree recordar. Estaban en fiestas y fueron a la feria. La mayoría son de los coches de choque. Manu, Lidia y ella eran pésimos conductores. ¡Qué bien se lo pasó esa tarde! La chica sonríe al recordarlo. Ahora, la petición de amistad. Le ha agregado un tal Marcos Megusta Lafiesta con la escusa de: “Hola, guapa ;)”. “¡Qué nombre más patético!”, piensa nada más verlo. No tiene ni idea de quién puede ser, así que se mete en su perfil. Fotos y más fotos de graffitis. Ya sabe de quién se trata. Es el amigo de Sergio, el de las vías del tren. No piensa aceptarle, pero le interesa saber más de él, así que continúa mirando su perfil. Comienza por las fotos. Todo son paredes pintadas. La verdad es que el chaval es bastante bueno, pero eso no cambia nada. Sigue pasando fotos hasta que llega a una que le llama la atención. De fondo se ve un paisaje precioso rodeado de árboles, con un lago lleno de patitos y césped alrededor. Y en primer plano, sale Marcos con una chica unos años más mayor que él. Julia se sorprende al ver cómo es, en la calle solo le había visto de espaldas. Pero en la foto, parece bastante guapo. Su pelo, rubio y ondulado, con la luz del sol tiene un brillo precioso. ¡Y qué decir de sus ojos! Verdes, del color de la esperanza, transmiten simpatía y humildad. Pero las apariencias engañan, Julia no cambiará de opinión. De modo, que tras comprobar que no hay nada importante en los comentarios, rechaza la petición de amistad. Es hora de editar las fotos de hoy y empezar a subirlas. Pero de repente aparece una ventanita con un circulo verde en la esquina inferior izquierda de su pantalla. Alguien le ha hablado. Es Sergio. Seguro que está con su amiguito y le habla para decirla que le acepte. Abre la ventana, un simple “hola”. No piensa responderle, ha sido muy borde con ella, y desde luego no se va a arreglar con un simple “hola”. Cierra la conversación y comienza a retocar las fotos.

martes, 18 de septiembre de 2012

Capítulo 3



Nueve de la noche. Junto a las vías del tren.
-Bueno, pues ya estamos acabando, ¿cómo ha quedado?
-No está mal, tío. Pero sinceramente, tienes que mejorar un poco. Se nota que eres novato.
-Hombre, Marcos, es que acabo de empezar. Pero estoy aprendiendo del mejor, algún día seré como tú.
-Pero que pelota eres, macho. No me extraña que la piva que ha venido antes babease por ti.
-¿Quién, Julia? Si ni siquiera somos amigos. Me cae bien y eso, pero apenas hablamos.
-Sí, pues tenía una sonrisa de enamorada que no podía con ella. Y luego, cuando tú has dicho algo, se nota que le ha dolido. Porque su cara ha cambiado completamente. ¿Qué le has dicho?
Sergio piensa por un instante, ¿qué puede haberle dicho a Julia que le haya sentado mal? Una lucecita se enciende en su cabeza y le hace recapacitar, quizá estuvo un poco borde con el tema de Marcos. Es su amigo y ella ni siquiera le conoce. Pero se pasó un poco. Esta noche hablará con ella. No quiere hablar mucho del tema, pero Sergio no sabe mentir. Así que le dice a su amigo:
-Pues, le he dicho que pintar no tiene nada de malo y que no te conoce, de modo que no puede opinar sobre ti y decirme que eres una mala influencia.
-Ah, que piensa eso de mí. Joder, pues no está mal la chica. Yo que tú le pedía lío.
-Que va, tío. Solo somos amigos y no creo que yo le guste. Además, nunca he pensado en salir con ella y tal.
-Pues tú te lo pierdes, pero la chica está muy bien. Si no vas tú a por ella, voy yo.
-Anda, que vas a hacer tú con Julia. Si no te conoce y ya le caes mal.
Marcos le lanza una mirada asesina a Sergio, quien finalmente guiña un ojo. Ambos ríen y comienzan a recoger sus cosas. Dan una vuelta por la ciudad. Se nota que ya estamos en septiembre, la luna sale antes que de costumbre. A eso de las diez, se despiden y cada uno regresa a su casa.
Sergio llama al timbre dos veces, pero no obtiene respuesta. ¡Qué raro! No hay nadie en casa. Busca en su mochila las llaves de casa. Abre el bolsillo grande, pero solo encuentra rotuladores y botes de pintura. Se está empezando a preocupar. Abre el bolsillo pequeño con miedo, y sus temores se confirman. Genial, se ha olvidado las llaves dentro de casa. ¿Y ahora qué hace? No habla mucho con sus vecinos, así que no tiene otro remedio que llamar a su hermana mayor. Con suerte, no andará lejos. Saca el móvil del bolsillo y marca el número. Un pitido. Dos. Tres. Cuatro. Sergio comienza a impacientarse. Finalmente, tras el quinto pitido se oye una voz al otro lado de la línea.
-¿Sí?-responde una voz un tanto aturdida, como si se acabase de despertar.
-Paula, ¿dónde estás?
-Pues en casa, ¿dónde voy a estar, chaval?
-Joder, ¿y me puedes explicar por qué coño no respondes al telefonillo?
-Pues porque no lo he oído, estaba durmiendo. No sé si sabes que estamos en fiestas y se duerme de día.
-Ya, pero es que yo mañana empiezo el instituto.
-Que sí, pesado. Que ya te abro.
Al rato alguien habla por el telefonillo y Sergio consigue abrir la puerta. Sube las escaleras a toda prisa y entra en casa.
-Tan mayor y todavía no sabes que siempre hay que llevar las llaves encima.-le dice su hermana con cierta ironía.
Sergio no responde. Nunca se ha llevado demasiado bien con ella. Entra en su habitación y se conecta al Tuenti. Revisa el chat dos veces, pero Julia no está conectada. Mierda. Tendrá que esperar.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Capítulo 2



A eso de las ocho de la tarde.
-Eh, chicos. ¿Ese no es Sergio?
Manu y Julia miran hacia el lugar que señala su amiga. Allí hay dos chicos. Uno es moreno y delgado. El otro es rubio, bastante más alto que el anterior. Ambos están pintado una pared con sprays, grafiteros novatos. Manu es el primero que habla:
-Sí, parece Sergio, pero ¿quién es el otro? Y lo más importante, ¿qué hacen pintando las vías del tren?
-Pues no lo sé, pero pronto lo averiguaremos.-dice Julia. Y en ese instante comienza a gritar el nombre de su amigo- ¡¡Seergioo!!
El más bajito de los dos chicos se gira y sonríe al ver a sus compañeros de clase. Deja el spray en el suelo. Le dice algo a su amigo y comienza a caminar. En seguida, se encuentra en frente de los tres chicos. Dos besos en la mejilla a cada chica y un apretón de manos al chaval.
-Hola chicos. ¿Qué tal el verano?
-Muy bien, ¿y tú? Ya veo que has hecho amigos nuevos.- Lidia es la primera que habla.
-¿Lo dices por Marcos? No, no es un nuevo amigo. Le conozco de siempre, jugamos en el mismo equipo, pero nunca habíamos hablado. Es un año mayor que nosotros y va a nuestro colegio. Este año va a repetir y lo más seguro es que le pongan en nuestra clase. Por eso, estoy empezando a pasar tiempo con él.
-Pues no parece una buena influencia.- comenta Julia.
-Eso no puedes saberlo. Ni siquiera le conoces. Es un artista. No has visto ninguno de sus graffitis, ¿verdad?
-Pues no, ni  tampoco me interesa verlos. Para mí, pintar paredes no es un arte. Va contra la ley.-responde Julia, sorprendida por el comentario de su amigo.
-Esa es tu opinión. Me tengo que ir. Marcos me espera. Mañana nos vemos. Adiós chicos.
Los cuatro amigos se despiden y siguen su camino. Antes de irse, Julia echa un último vistazo a ese tal Marcos. Sergio tiene razón, ella no le conoce, pero intuye que no se van a llevar muy bien. Los tres amigos recorren buena parte de la ciudad sin hablar, están demasiado sorprendidos por la actitud de Sergio. Finalmente, Manu decide romper el silencio:
-Cómo ha cambiado Sergio durante el verano, ¿no?
-Pues sí, apenas le reconozco. Él antes no era así. Nunca le ha gustado dibujar y mucho menos dedicarse a pintar paredes. Si parecía bueno y  todo.- es Lidia la que responde.
Ambos esperan una respuesta por parte de Julia, pero las palabras no brotan de sus labios. Su amiga parece ausente. Lo comprenden, lleva más de un año pillada por Sergio, y lo que acaban de presenciar no ha debido de gustarle mucho.
-Juli, pasa de él. Seguro que ha sido un lapsus. Pronto dejará de pintar y volverá a ser el chico de siempre.
Julia sigue sin pronunciar palabra alguna. Ahora es el turno de Manu:
-Conocemos a Sergio desde los tres años. Nunca ha hecho nada malo y eso no va a cambiar. Es un buenazo, no va a consentir meterse en líos por culpa de ese niñato. Ya verás como mañana todo vuelve a la normalidad.
Esas palabras hacen efecto en ella, y por fin responde:
-Pero, ¿qué pasa si no es así? ¿Qué pasa si mañana se pasa el día con Marcos y me ignora? ¿Qué pasa si no vuelve a ser el chico del que me enamoré hace casi dos años? Me gusta, chicos, me gusta mucho y lo sabéis. Esa contestación que me ha dado no me ha gustado nada. Haré lo imposible para separarlos, para que vuelva a ser él. Ese niñato no va a conseguir cambiarle.
Esa iniciativa les ha sorprendido. Manu y Lidia sonríen y le dan un fuerte abrazo a su amiga. Ellos la ayudarán a separarlos.
La tarde se acaba y llega la hora de volver a casa. Los tres amigos se despiden y prometen conectarse al Tuenti. Julia entra en casa a las diez en punto. Sus padres la esperan en el salón.