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sábado, 29 de diciembre de 2012

Capítulo 25


Dos horas más tarde, faltan escasos minutos para bajar al recreo. Julia permanece sentada sin apenas moverse. Marcos no le ha dirigido la palabra en toda la mañana. A decir verdad, no le ha visto hablar con nadie. La chica tiene una sensación extraña. ¿Es posible echar de menos las palabras de alguien a quien solo conoces de hace veinticuatro horas? Quién sabe. Lo único que desea es  que llegue el recreo para librarse unos minutos de su presencia. Delante suya, Lidia no puede parar de pensar en lo que Manu le ha dicho a Marcos. La ha defendido como nadie antes lo había hecho. Pero es normal, son como hermanos, no puede hacerse ilusiones. La verdad es que ahora tiene un cacao mental que no puede con él. Por un lado está Manu, el chico del que lleva enamorada tanto tiempo, pero que a la vez es como un hermano para ella. Y  luego, está Carlos, ese chico que apenas conoce de un día pero que ha conseguido hacerse un hueco en su corazón, es que es tan mono. Lidia se siente tonta, lo más seguro es que ninguno de los dos sienta nada por ella más que amistad, son ganas de rayarse para nada. Pero, por mucho que lo intente, no puede olvidarse de esos dos chicos. El timbre indica el final de la clase y todos los alumnos comienzan a recoger sus cosas para salir lo antes posible del aula. Lidia coge su abrigo y espera a sus amigos. Cuando ya están todos juntos, salen al pasillo y comienzan a bajar las escaleras hacia el patio. De pronto, se oye una voz al fondo:
-¡Lidiaa!
La chica se da la vuelta y ve cómo Carlos se acerca apresuradamente hacia ella. Pero, por muy raro que parezca, no va solo. Una chica bajita, bastante morena de piel y de ojos color miel, camina a su lado. ¿Quién será? No tardará mucho en averiguarlo. Lidia muestra una dulce sonrisa y, cuando el chico está a su lado, dice:
-¡Carlos! ¿Qué tal? Veo que ya has hecho alguna que otra amiga.
-Sí, ella es Clara, me ha ayudado a orientarme por el cambio de instituto y eso.
La chica, dándose cuenta de que su presencia no ha sido bien recibida, se limita a decir:
-Se te veía un poco perdido, pero yo me voy ya.
Se despide de Carlos con la mano y se aleja poco a poco. A Lidia no le ha gustado nada la noticia, está claro que esa chica quiere algo más que amistad con él. Bueno, eso ahora no importa. Se da cuenta de que su amigo y Julia todavía no se conocen, así que se dispone a presentarlos, pero… Mira a su amiga y nota que algo no va demasiado bien, tiene la mirada perdida y parece bastante seria. ¿Qué la pasa? Carlos y Manu están entretenidos comentando el partido de ayer, un Madrid-Barça, todo un clásico. Aprovechando que los chicos están distraídos, Lidia coge a su amiga de un brazo y la lleva a un sitio donde puedan hablar tranquilas, un pequeño hueco que hay detrás de la escalera donde nadie puede verlas. Allí, dice sin rodeos:
-Julia, ¿qué te pasa?
La chica levanta la mirada.
-Nada. No me pasa nada.
-¿Que no te pasa nada? Julia, aprende a mentir o te va a ir muy mal en la vida. A lo mejor otro se lo hubiese creído, pero a mí no me engañas. Te conozco perfectamente, y sé que te pasa algo. Si no te pasase nada, no estarías a punto de llorar.
Julia no dice nada. Su amiga tiene razón, es imposible engañarla.
-Es que… ni siquiera yo sé lo que me pasa.
La chica no miente, lleva toda la mañana sin ganas de nada, y no sabe el motivo. Solo tiene muchas ganas de llorar y escuchar música. Es como droga para ella. Lidia rodea a su amiga con los brazos y le da un fuerte abrazo, no puede verla mal. Las dos chicas se separan y se sientan en el suelo, se está bastante bien ahí. Hablan durante un largo rato y Julia le cuenta a su amiga que no sabe muy bien por qué está así, pero que parte de la culpa la tiene Marcos. Apenas le conoce, y debería darle igual, pero parece que ese chico es importante para ella. Lidia comprende que, aunque ella todavía no lo sepa, su amiga está empezando a pillarse por Marcos. Las chicas oyen unos pasos. Alguien las ha descubierto. Manu se presenta ante ellas y dice:
-Así que estabais aquí. Ya nos habíais preocupado, chicas.
Carlos asoma la cabeza por detrás del chico y se limita a sonreír. Las chicas se levantan del suelo y les acompañan al patio del colegio.

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