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martes, 8 de enero de 2013

Capítulo 26


Unos minutos más tarde, en el patio del colegio. Los cuatro amigos se han sentado en unos bonitos bancos de madera que hay un lado del patio. A Carlos le encanta ese sitio, en su antiguo instituto las cosas eran distintas. Los profesores eran más antipáticos y los compañeros menos sociables. Las aulas eran tristes y el patio mucho más pequeño. En Madrid, todo es diferente. Dicen que Barcelona suele ser más bonita, pero él se ha enamorado de Madrid en menos de veinticuatro horas. Un balón toca su zapato y le saca de sus pensamientos. Carlos lo mira con cierta melancolía. Hace tiempo que no juega al fútbol, una de sus grandes pasiones. En Barcelona, jugaba en un equipo, pero aquí, ni siquiera se ha molestado en apuntarse a cualquier polideportivo. Un chico le hace una seña para que le pase el balón. La verdad es que tiene muchas ganas de jugar, realmente lo necesita. Se levanta y sale corriendo, controlando el balón con maestría. Sus amigos le observan con admiración. Carlos continúa su carrera. Regatea. Da un pase a un chico que ni siquiera conoce. Se lo devuelve. Chuta y el balón entra en la portería por la escuadra. Clara, que lo ha visto todo, aplaude la demostración de Carlos con una sonrisa de oreja a oreja. Este no la ve y vuelve con sus amigos.
-Guau, Carlos. No sabía que jugases tan bien. Ha sido impresionante.- le felicita Lidia.
-¿Impresionante? Ya quisiera yo, no soy tan bueno.
-Pues has estado espectacular.
-Cuando quieras te enseño.
-¿Lidia? ¿Jugando al fútbol? Seguro que pisaría el balón y caería de boca.- comenta Manu sonriente.
-Gracias, eh. Has conseguido hundirme.- dice la chica guiñando un ojo.
-¡Que no, tonta! Si sabes que te quiero más que a nada.
Lidia le da un abrazo y un beso en la mejilla a su amigo. Momentos como esos son los que consiguen enamorarla. Se da cuenta de que tiene una conversación pendiente con Carlos y regresa a la realidad.
-No hagas caso a este tonto. Cuando quieras, me enseñas un poco cómo va esto del fútbol.
-Pues ya sabes, cuando tengas un rato libre, me llamas al telefonillo y bajamos a la urba.
-Eso está hecho.
Julia, que ha estado callada toda la conversación, observa cómo Marcos tontea con la chica que hace unos instantes estaba con Carlos. ¿Cómo ha dicho que se llamaba? Carmen, Carla, Clara… ¡Eso es! Clara. Llevan un rato hablando. Ella juega con su pelo. Él sonríe. Ambos se miran a los ojos. Julia no puede oír lo que dicen. La chica le abraza y Marcos le da un beso en la mejilla. ¿Qué estará pasando? Julia baja la mirada, no quiere saber cómo sigue la cosa. El timbre indica el final del recreo y todos los alumnos regresan a las aulas.
Carlos se despide de sus amigos y entra en su clase. Allí, Clara le recibe con una bonita sonrisa.
-Has estado genial en el recreo. No sabía que jugabas al fútbol.
-¿Me has visto? ¿Dónde estabas?
-En las gradas. Has conseguido impresionarnos.
-¿Impresionaros?-pregunta Carlos, sorprendido por el plural de su afirmación.
-Sí, a Marcos y a mí.
-¿Eres amiga de Marcos?
-¡Claro! Es mi mejor amigo.
Carlos se decepciona al oír esas palabras. El otro día estuvo con él y no le cayó muy bien. Demasiado prepotente para su gusto. Lo mejor será no darle demasiada importancia. Toma asiento y atiende al profesor. Historia es demasiado difícil para él, no entiende nada. Le aburre muchísimo, ¿de qué le sirve saber la vida de gente que ya está muerta? Nunca le verá sentido. Mira a su izquierda y nota que Clara está preocupada por algo.
-¡Tss! Clara, ¿qué te pasa?
La chica le mira sorprendida.
-¿A mí? Nada, ¿por qué lo dices?
-No sé, se te ve ausente.
-Es que esta clase no interesa mucho.
-Te entiendo.
La voz del profesor interrumpe su conversación.
-Carlos y Clara, ¿se callan o quieren dar ustedes la clase?
Ambos agachan la cabeza y permanecen callados un buen rato. Pero, finalmente, Clara comienza a hablar:
-Oye, ¿alguna de tus amigas se llama Julia?
-Sí, ¿por?
-¿Y va a primero B?
-Sí, ¿a qué vienen tantas preguntas?
-A nada, es solo que Marcos…
-Espera, ¿Julia y Marcos se conocen?
La chica no puede responder, pues el profesor dice con voz rotunda:
-Ya está bien, señor Jimenez, salga del aula, por favor.
Carlos se levanta resignado. Mierda. El primer día de instituto y ya le han echado de clase. Abre la puerta y sale al pasillo.
Unos minutos más tarde, ve cómo una chica se dirige hacia él. Es Julia, y tiene lágrimas en los ojos. Al verle, echa a correr y entra en el baño a toda prisa. ¿Qué habrá pasado?

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