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miércoles, 3 de octubre de 2012

Capítulo 7



Nueve de la mañana. En la otra punta de la ciudad.
Sergio abre los ojos lentamente. Está totalmente arropado y con los cascos puestos. Ha refrescado bastante, pronto llegará el otoño. Anoche se acostó llorando, con la música a todo volumen taladrándole el cerebro. Esperó durante horas una respuesta a aquel mensaje pero, esas palabras de reconciliación que le encantaría haber escuchado, nunca llegaron. A las doce, se decidió a enviarle un nuevo mensaje. Estaba escribiendo cuando unas letras aparecieron en su ventanita del chat: “Julia se ha desconectado”. Fue el empujoncito que necesitaba para darse cuenta de la realidad. Para darse cuenta de que lo que sentía por aquella chica era mucho más que aprecio y cariño. Para darse cuenta de que estaba empezando a enamorarse de una vieja amistad. En ese momento, algo en su interior se rompió, como las frágiles ramas de un árbol. Esa tarde había metido la pata, la había metido hasta el fondo. Sin embargo, no estaba dispuesto a perder una oportunidad así, mañana hablaría con ella. Sí, eso era justo lo que necesitaba.
Había llegado el momento, hoy sería el día más importante de su vida. Sergio sale de la cama y entra en el baño. No le apetece desayunar, ¿para qué? Es alérgico a los lácteos, y un zumo a esas horas de la mañana no sirve de mucho. Se lava la cara y se echa un vistazo en el espejo. Hoy no le gusta nada su aspecto, parece un vampiro con esas ojeras negras que marcan su rostro. Hay tiempo de darse una buena ducha, quizás cuando salga esté más positivo. Enciende el móvil, pone una de sus canciones favoritas de Nach y se mete en la ducha. Deja que el agua golpee su espalda e intenta poner la mente en blanco. Por un momento lo consigue, la música invade su mente y comienza a relajarse. Tararea todas y cada una de las canciones hasta que su padre entra en el baño:
-Sergio, date prisa si no quieres llegar tarde. Son las nueve y media.
¿Ha dicho las nueve y media? Joder, eso de relajarse se le ha hecho demasiado largo. Sergio cierra el grifo y sale de la ducha. Coge una toalla y comienza a secarse. Pantalones grises. Polo blanco. Jersey verde y calcetines azules. Odia el uniforme. Se seca el pelo con la toalla y se peina como puede. Nunca ha sido demasiado coqueto. Así basta, un último vistazo y listo. Entra en su habitación, coge la mochila y sale a la calle sin despedirse de nadie. El instituto está bastante lejos de su casa, pero conoce un atajo. Atraviesa el Parque de las Comunidades y se mete por un estrecho callejón. Sale a una amplia carretera y espera paciente a que el semáforo se ponga en verde. Cruza, gira a la derecha, un par de calles más y… El conserje está a punto de cerrar la puerta. Llega tarde, como siempre. Sergio echa a correr y comienza a gritar:
-¡¡¡Espere!!! Por favor, es mi primer día de instituto y no puedo faltar.
-Anda pasa, chaval. Pero no te acostumbres.-dice el conserje con una sonrisa.
-Muchas gracias.
Sergio entra y comienza a correr hacia el salón de actos. Menos mal, las puertas todavía están abiertas. Entra con un grupo de alumnos mayores y coge sitio donde puede. Empieza a buscar a Julia, revisa todas y cada una de las filas de butacas hasta que por fin la encuentra. Está en la quinta fila, junto a Manu y Lidia. Cuando termine la presentación, intentará hablar con ella.

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