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jueves, 25 de abril de 2013

Capítulo 36


-Y ni siquiera sé por qué te he contado todo esto, pero sentía que debía hacerlo.-concluye el chico con una triste sonrisa.
Julia no sale de su asombro, el corazón le late demasiado deprisa. Siente que le va a dar un infarto de un momento a otro. Son demasiadas emociones para tan poco tiempo. ¿Estará soñando? Esto se parece más a una pesadilla que a una historia real. Se pellizca la pierna. ¡Ay! No, no está soñando, todo aquello está pasando de verdad. Lo mejor será tranquilizarse e intentar asimilar lo que acaba de escuchar. Antes de empezar a hablar, Marcos la hizo prometer que no se lo contaría a nadie, ni siquiera a Sergio. Y es que, todo comenzó en pleno verano, a principios de julio.
Marcos llegó a casa tarde, a la una de la mañana. Era verano, pero nunca había aparecido por casa a esas horas. La verdad es que últimamente las cosas habían cambiado. La relación con su padre se había enfriado, su hermano se había ido de casa y él había dejado de preocuparse por los estudios. Sí, definitivamente todo había cambiado desde hace tiempo. ¿Desde hace tiempo? Desde la muerte de su madre, para ser más exactos. Al entrar en casa, su padre se acercó a él malhumorado y le dijo:
-¿Se puede saber de dónde vienes? Es la una de la mañana.
-Lo siento - intentó disculparse el chico - es que se me ha hecho tarde.
-¿Qué se te ha hecho tarde? ¿Sabes lo preocupado que estaba por ti?
-Venga papá, no pasa nada. Estoy bien.
Marcos notaba cómo su padre empezaba a ponerse rojo de furia, pero jamás pensó lo que iba a desencadenar su enfado.
- Claro, llegar a la una de la mañana es lo más normal en gente de tu edad, ¿no? Ven, échame el aliento.
-¿Qué?
-¡Que me eches el aliento!
- No voy a echarte el aliento, papá.
El hombre estaba decidido a averiguar qué había estado haciendo su hijo hasta tan tarde, de modo que le empujó contra la pared con violencia, colocó sus manos alrededor del cuello del chico y presionó con fuerza. Marcos notaba con intensidad la presión de sus dedos en el cuello, sentía cómo empezaba a faltarle el aire, no podía respirar. Finalmente, abrió la boca y su padre pudo oler el aroma del alcohol que desprendía su aliento. El hombre se dejó llevar por impulsos, soltó a su hijo y comenzó a golpearle la cabeza con el puño, le tiró al suelo y le dio unas cuantas patadas en el costado. Marcos ni siquiera intentó defenderse, se veía incapaz de pegar a su padre. Permaneció tendido en el suelo hasta que los golpes cesaron, y fue entonces cuando dijo:
-Si mamá estuviese aquí, jamás habría pasado esto.
-Pero Violeta no está aquí. ¡Tú la mataste! - gritó su padre enfurecido.
En ese momento, Marcos sintió que no podía más. Necesitaba hablar, necesitaba sacar fuera todo lo que llevaba dentro. Tragó saliva, notó  el sabor de la sangre en la boca y comenzó:
-¿Sabes las veces que me he sentido culpable de la muerte de mamá? ¿Sabes lo que he llorado durante estos meses? ¿Sabes cómo me siento por dentro? Siempre pensé que encontraría apoyo en ti, pero lo único que haces es recordarme por qué se murió mamá. Si quieres acabar conmigo, lo estás consiguiendo. Ojalá mamá nunca hubiese cogido el coche para llevarme al entrenamiento ese 28 de abril. Ojalá nunca me hubiese empeñado en que me acompañase. ¿Quieres saber lo que pasó? Todo iba bien hasta que una moto se cruzó por delante del coche, mamá se puso nerviosa y dio un volantazo arrollando a otro coche que teníamos a la derecha. Frenó de golpe, no saltaron los airbags y se dio un fuerte golpe contra el volante. Yo me golpeé la cabeza, sentía la sangre bajando por mi cara y lo único que hice fue chillar para que mamá me escuchase. Me puse histérico. Salí del coche y llamé a una ambulancia. La cogí de la mano y la dije que la quería. La pedí que se quedase conmigo, que no se fuese, que la necesitaba. Aún puedo escuchar la sirena de la ambulancia al llegar junto al coche, y al médico decirme que mamá estaba en estado crítico. ¿Sabes qué fue lo último que me dijo? Justo antes de salir de casa, me dijo que te comprase algo, que al día siguiente era tu cumpleaños. Me dijo que me querías muchísimo y que jamás podría haber encontrado a un hombre mejor que tú. ¿Sabes lo que pensaría si supiese lo que acabas de hacer? Sé que es difícil acostumbrarse a vivir sin ella, pero yo también la echo de menos, ¿vale? Lo siento si la maté, pero la quería demasiado.
Y, sin decir nada más, entró en su habitación con lágrimas en los ojos. Era la primera vez que su padre le ponía la mano encima. La primera de numerosas veces que tendrían lugar en los meses siguientes. Sin embargo, su padre no volvió a golpearle en la cara. Comprendió que los moratones eran demasiado sospechosos, así que evitó pegarle en la cabeza. El chico nunca ha intentado defenderse, continúa pensando que lleva la sangre de ese hombre, y le resulta imposible golpearle. Pero, desde ese momento, Marcos se hizo fuerte. Aún continúa pensando que mató a su madre, pero todos los días intenta hablar con ella y pedirla perdón. Si pudiese cambiar algo de su vida, sin duda, regresaría al pasado para evitar la muerte de su madre. Era la única que le entendía. La echa muchísimo de menos.
Esta misma tarde, al llegar del instituto, su padre le golpeó sin motivo alguno. Al principio, ponía cualquier excusa para pegarle, pero ya ni siquiera daba a conocer sus razones. Se limitaba a entrar en su habitación, tirarle al suelo, y darle patadas hasta que quedaba satisfecho. Había sentido ese dolor muchas veces, pero jamás había llegado a quedarse inconsciente. Sin embargo, esta tarde su padre se ha pasado. ¡Ha acabado en el hospital! Y, lo que es peor, ha revelado su secreto a una chica a la que apenas conoce de unos días.

2 comentarios:

  1. DIOOOOOOOOOOS Pobrecillo joder, y ami que al principio me caia mal :/ ahora le entiendo, cuanto sufrimiento seguido, pobrecillo, :(
    Bueno, a ver si en los siguientes capitulos todo mejora xDDD
    en cuanto subas, avisame, soy Claritta Smile (en el tuenti xD)
    chaaao.

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  2. Soy capaz de ir y matar al padre, pobre chaval. Siguiente por favor, escribes genial.

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