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sábado, 13 de abril de 2013

Capítulo 34


La chica camina con paso acelerado por la calle. Su hermana no estaba en casa y nunca le ha gustado el transporte público, así que se ha decidido a ir andando. Ahora es cuando se da cuenta de que el hospital queda bastante lejos de su casa. La llamada de Sergio la ha dejado bastante preocupada. Su amigo no ha querido dar detalles, simplemente le ha dicho que Marcos estaba en el hospital. Pero, lo que aún no entiende es por qué la ha llamado a ella. Se supone que están enfadados, no debería importarle. Sin embargo, su preocupación va en aumento. De repente, nota cómo una gota de agua cae sobre su cabeza. A continuación, la siguen otras muchas. Genial, ¿no había otro momento más oportuno para empezar a llover? Julia se cubre la cabeza con la capucha de su sudadera de Adidas y acelera el paso. Ya queda poco para llegar al hospital, pero la lluvia cae cada vez con más fuerza. Mira a su alrededor, pero no encuentra ningún portal donde poder refugiarse, y están empezando a formarse charcos en el suelo. Joder, el hospital está en medio de la nada. Comienza a correr, pues no le queda otra alternativa. Llega a un semáforo y espera impaciente a que se ponga en verde. Sin embargo, un coche pasa demasiado cerca de la acera, sobre un charco, y salpica a la chica. Julia grita algún insulto lo suficientemente alto para que el conductor la oiga y el coche frena en seco. Mierda, ¿y ahora qué hace? Se está poniendo nerviosa, no quiere tener problemas. Observa cómo la puerta del conductor se abre y… uff, menos mal que es él. Julia se acerca corriendo al novio de su hermana, quien se disculpa por el chapuzón y se ofrece a llevarla donde quiera. La chica acepta encantada, abre la puerta de la parte de atrás y encuentra a un chico de su edad sentado.
-Hola, soy el hermano de Jaime- dice con una sonrisa.
Julia se queda boquiabierta. Vaya, no sabía que el novio de su hermana tuviese un hermano de su edad, y mucho menos que fuese tan guapo.
-Ho…la-dice aún sorprendida- Yo… me llamo Julia.
-¡Qué nombre más bonito! Yo soy Álvaro-responde el chico con una perfecta sonrisa.
Julia se limita a devolverle la sonrisa. Pero, ¿qué la pasa? ¿Por qué es incapaz de articular palabra alguna delante de ese chico? Es como si se hubiese quedado petrificada frente a él. Joder, ¿por qué es tan tímida? Así nunca conseguirá conocer gente nueva. Levanta la cabeza y observa cómo ese chico continúa sonriéndola. Y ahora, ¿qué hace? ¡Que momento más incómodo! Por fin, una voz rompe el hielo:
-¿Dónde me has dicho que te lleve?-dice Jaime.
-Eh… al hospital.-consigue decir la chica.
-¿Al hospital? ¿Ha pasado algo malo?
Julia permanece en silencio un instante. La verdad es  que no tiene ni idea. ¿Puede haber sido algo grave? Uff, esto de vivir con la intriga no le gusta nada. Conoció a Marcos hace dos días y, sin embargo, le preocupa lo que pueda haber pasado. Entonces, ¿qué le dice al novio de su hermana? En fin, tendrá que improvisar.
-No, no.-intenta tranquilizarlo.-Solo es un amigo que… se ha roto la muñeca.-miente.
-Ah, vale. Si es solo eso no pasa nada. Yo me rompí una vez la muñeca, pero me recuperé perfectamente. Me gustaba que mis amigos me firmasen la escayola. Me costó desprenderme de ella después.
Julia sonríe, se lo ha creído. Pero, todavía cabe la posibilidad de que se lo cuente a su hermana y la descubran. Así que dice:
-Jaime… ¿puedo pedirte un favor?
-Claro, dime. Lo que sea por la cuñada más guapa del mundo.
-No le digas nada de esto a Valen, por favor. Es que estoy castigada, y si me descubre, me mata.
Jaime sonríe. Estos niños y sus travesuras. A sus dieciocho años, ya ha madurado un poco. Aunque sigue haciendo de las suyas cuando le apetece. Sin embargo, cuando era más pequeño, hizo cosas de las que se arrepiente. Jamás podrá olvidar todo el sufrimiento que causó, fue un auténtico gilipollas. Nota cómo se le enrojecen los ojos. Pero no puede llorar, no delante de su hermano y de Julia. Además, todo aquello es pasado. Lo mejor es olvidarlo. Muestra una sonrisa lo suficientemente convincente y responde:
-Tranquila, no le diré nada. Me debes un favor, pequeña.
-Lo que sea.-responde Julia con una sonrisa.
El resto del camino transcurre en silencio, hasta que por fin llegan a su destino: el hospital. Jaime frena frente a la entrada y Julia sale del coche, no sin antes darle las gracias por todo. Álvaro, que no ha dejado de observarla, muestra una sonrisa triste. ¡Llevaba tanto tiempo esperando ese momento! Desde que la vio aquel día de mayo, en la puerta de su colegio. Había acompañado a Jaime a recoger a su novia y, en cuanto la vio, supo que esa chica tenía algo especial. Jamás se habría imaginado que era la hermana de Valentina. Aunque, ahora que lo piensa, la verdad es que se parecen bastante. Había estado tentado de agregarla al Tuenti más de una vez, pero imaginó que ella le ignoraría al no saber de quién se trataba. Demasiado tiempo pensando en ella y todo… ¿para qué? Para decirle que se llama Álvaro y no volver a articular palabra en toda la conversación. Joder, se ha sentido demasiado vulnerable a su lado. Ella es tan guapa… y él, él es simplemente un chico del montón. ¿Gusta a las chicas? Sí, pero él no se ve suficiente para nadie. No le gusta su físico, no le gusta su carácter, no le gusta nada de él. Tiene la autoestima por los suelos, y ni siquiera plantea la posibilidad de haberle gustado a Julia. Y mucho menos ahora, desde que empezó con eso. Sabe que lo único que consigue haciéndolo es hacerse daño a sí mismo, pero ya no puede parar. Se ha convertido en algo parecido a una adicción, y le resulta imposible desengancharse. No fuma, no bebe, no se droga, pero se hace daño de otra forma. Joder, ojalá nunca hubiese empezado con eso. La gente se metía con él, se reía de sus defectos. Y él era débil, no podía soportarlo. ¡Hasta planteó la posibilidad de suicidarse! Pero no lo hizo, era demasiado cobarde para acabar con su vida. Así que decidió matarse poco a poco. Jamás se lo ha confesado a nadie, pero sabe que algún día explotará y necesitará pedir ayuda. Lo que él no sabe es, que ese día está más cerca de lo que él piensa. Por otra parte, está seguro de que no volverá a ver a Julia hasta dentro de mucho tiempo. Él nunca ha tenido suerte en esas cosas. Parece que el destino no está de su parte.
-Hermanito, ¿sigues ahí? Estás muy callado.
Álvaro regresa a la realidad. Toca fingir una sonrisa y simular que no tiene problemas.
-Sí, sigo aquí. Estaba… pensando.
-Es guapa, ¿eh?
-¿Qué?- dice el chico sin salir de su asombro.
-Vamos, he visto por el retrovisor cómo la mirabas. Te ha encantado.
Álvaro ni siquiera se molesta en contestar. Tendrá que aprender a disimular mejor para la próxima vez.

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