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sábado, 23 de febrero de 2013

Capítulo 32


Son casi las seis de la tarde. Julia ha invitado a Manu a su casa. Han quedado a las seis, estará al llegar. Cuando sonó el timbre que indicaba el final de la mañana, la chica se fue a su casa sin ni siquiera hablar con sus amigos. Lidia sigue enfadada. La verdad es que no entiende por qué, él solo la dio un abrazo porque estaba mal. No pasó nada. Además, Carlos y Lidia son solo amigos. No lo entiende. Al llegar a casa, tenía varias llamadas perdidas de Manu. Se conectó al Tuenti y habló con él. Decidieron que lo mejor era quedar para hablar las cosas. El sonido del timbre de su casa la saca de sus pensamientos. Sale de su habitación y abre la puerta:
-Hola.-dice Manu con una sonrisa.
-Hola, ¿quién te ha abierto abajo?-pregunta la chica curiosa.
-Tu hermana y su novio... ¿Jorge, se llamaba?
-Jaime.
-¡Eso!
La chica invita a Manu a pasar y ambos se dirigen a su habitación. El chico deja el abrigo sobre la cama y empieza a hablar:
-¿Qué os ha pasado? Lidia no ha querido contarme nada. Ha estado triste toda la hora y, por un momento, he pensado que se iba a echar a llorar en cualquier momento.
-Es que… en el fondo no ha pasado nada. Cuando Lidia ha entrado en el baño, Carlos estaba dándome un abrazo. Ella nos ha visto y se ha puesto celosa, eso es todo.
-¿Celosa? ¿Por qué?
-Pues porque le gusta Carlos. Esas cosas se notan.
-Ya sabes que yo nunca me doy cuenta de nada. Pero, ¿por qué estaba Carlos abrazándote?
-Porque yo estaba mal.
-¿Mal? ¿Por qué?
-Por nada…-Julia duda, su mejor amigo no está acostumbrado a guardar secretos y ni siquiera ella está segura de sus sentimientos. Lo mejor será no decirle nada de lo de Marcos, lo que cree que está empezando a sentir por él y lo que ha pasado en la cafetería. Busca rápida una excusa y la encuentra.-es solo que, Sergio no me hace caso.
-Pero, no te preocupes. Se supone que estás enamorada de él. No le vas a perder, tonta.
Una vez más, la melodía de “Summer shade”, interrumpe su conversación. Julia mira la pantalla de su Smartphone y descubre que es un número desconocido. Cuelga y revisa su lista de últimas llamadas. Sí, lo que se temía. El número que acaba de llamarla, era el del móvil de Marcos. Mierda, tenía que haber contestado. Sin embargo, el destino le cede una nueva oportunidad. La chica contesta y, descubre al otro lado del teléfono, una voz que no esperaba escuchar.
-Hola.
-¿Sergio?
-Sí, soy yo. Te llamaba porque…
Manu observa cómo su amiga palidece de repente. Tiene la cara desencajada y parece que va a echarse a llorar de un momento a otro.
-¿Qué? Voy para allá ahora mismo.
Julia cuelga el teléfono, abre el armario y coge su abrigo.
-¿Qué ha pasado?- pregunta el chico preocupado.
-No hay tiempo. Tenemos que ir al hospital.
-¿Tenemos?
-Bueno, yo tengo que ir. Si no quieres venir, no vengas. Pero acompáñame a la puerta, por favor.
Manu duda, la verdad es que le prometió a Lidia contarle todo nada más hablar con Julia. Pero, por otra parte, Julia parece preocupada. Finalmente, decide que no pasará nada porque su amiga vaya sola y pone una excusa:
-Lo siento, prometí ayudar a mi madre a arreglar el mueble de la cocina. Mañana me cuentas qué ha pasado, ¿vale?
Julia no dice nada. Lleva a su amigo hasta la puerta y se dirige a la calle. Le parece increíble que no quiera acompañarla al hospital. El asunto es serio, pero parece que a él le da igual.
Manu, por su parte, se siente culpable por no acompañar a su amiga. Parecía preocupada, pero siempre ha sentido cierta debilidad hacia Lidia. En un principio, eran solo ellos dos. Julia se unió más tarde y se convirtió en una persona imprescindible para él. Pero Lidia lleva más tiempo a su lado, es su mejor amiga y nunca se perdonaría dejarla sola en un momento como ese. Julia siempre ha estado en un segundo plano, y esta vez no iba a ser diferente.

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