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viernes, 1 de febrero de 2013

Capítulo 30


Dos horas más tarde, en casa de Marcos. El chico permanece tumbado en la cama bocarriba, la verdad es que no se encuentra bien, está mareado y apenas consigue mantenerse en pie. Hoy se ha pasado. Al principio, pensó que era inofensivo, pero tras veinte interminables minutos, sintió cómo le fallaban las fuerzas. No pudo hacer nada por remediarlo, y cayó al suelo desmayado. Le ha despertado la música que tiene como despertador hace unos minutos, al parecer alguien se preocupó de poner la alarma. Cuando ha abierto los ojos, estaba desorientado y todo le daba vueltas. Ahora, tras unos minutos mirando al techo, parece que se encuentra mejor. La casa está en silencio, no hay nadie, no hay peligro. Se incorpora y se sienta en la cama, al instante unas náuseas acuden a su garganta. Pone los pies en el suelo e intenta levantarse, pero le ceden las piernas y cae al suelo. Es inútil, está demasiado débil. Gateando, consigue llegar al cuarto de baño. Sube la tapadera del wc y un líquido rojo cae hacia el retrete. Marcos no se sorprende, está acostumbrado a vomitar sangre, últimamente se está convirtiendo en rutina. Baja la tapadera y tira de la cadena. Una vez más intenta levantarse, y esta vez lo consigue con mucho esfuerzo. Se apoya en el lavabo y abre el grifo. Se enjuaga la boca y se lava la cara. Cierra el grifo. Coge la toalla y se seca, manchándola de sangre. Mierda, ahora tendrá que echarla a lavar. Entra en la cocina y la mete en la lavadora. Se dirige a su habitación y abre el armario. En menos de media hora tiene entrenamiento. No está en condiciones de ir, pero su entrenador ya se lo advirtió: “Si faltas una vez más en lo que queda de trimestre, no tendré más remedio que echarte del equipo. Tu rendimiento ha bajado notablemente y sacas malas notas en el colegio. No sé si quiero que sigas formando parte de mi equipo.” Aquellas palabras hicieron efecto en él, lo único que le queda en esta vida es el fútbol sala. No podría vivir sin su equipo, así que tendrá que sacar fuerzas de cualquier sitio. Se pone el chándal del equipo y entra en la cocina para comer algo. Un sándwich de pavo y queso y un zumo de naranja le ayudarán a recuperar las fuerzas. Cuando acaba, se sienta en el suelo y se masajea los tobillos y las piernas. Tiene que ser fuerte, no existe el dolor. Intentará no pensar en ello, todo va a salir bien. Sale a la calle y se dirige al polideportivo. Cuando llega, Sergio está esperándole.
-Ey, ¿qué pasa tío?
Marcos intenta disimular y sonríe. Ni siquiera su amigo sabe nada de eso. Jamás se atreverá a contárselo a nadie, no le gusta predicar desgracias. Es su vida privada, son sus problemas. En esta vida nadie va a solucionarte tus mierdas. Los dos amigos entran en el polideportivo y se preparan para una dura sesión de entrenamiento. Hoy toca físico. Marcos está nervioso, no sabe si podrá cumplir. Se encuentra demasiado cansado.

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